Criterion intenta, una vez más, devolverle la magia a la saga con Need for Speed Ubound echando mano a los viejos trucos de siempre ¿Será suficiente?
Decir que Need for Speed es casi realeza, en términos de gaming, no sería una exageración. Tampoco lo sería afirmar que hace una década que no saca un juego bueno y, por más que nunca haya tocado fondo de verdad, últimamente casi es sinónimo de mediocridad. Sin embargo, la esperanza es lo último que se pierde y desde su primer tráiler, Need for Speed Unbound parecía venir por el carril rápido.
Luego de pasar casi dos semanas jugando, estoy en condiciones de afirmar que Need for Speed Unbound es divertido, vertiginoso y se ve espectacular. ¿Es el mejor NFS de los últimos años? Sin duda, pero tampoco hacía falta un gran esfuerzo para conseguir ese galardón. Lo más importante es saber si está a la altura de los tiempos que corren y si, dejando de lado a los fanáticos de la saga, realmente vale la pena nuestro tiempo.
De buenas a primeras, Need for Speed Unbound se ve espectacular. Criterion entiende bien cómo sacarle provecho al polémico motor Frostbite y consiguió crear una ciudad gigante, realista y repleta de detalles. Los barrios están bien diferenciados, con zonas industriales, rurales y urbanas de todo tipo para que nunca nos cansemos de recorrerla. Hay tránsito civil, transeúntes (por suerte) imposibles de atropellar y detalles que garantizan el espectáculo visual tanto de día como de noche.
Esta vez, el apartado estético es tan protagonista como los autos de lujo y la velocidad. Need for Speed Unbound intenta capturar la esencia de Underground y llevarla a los tiempos que corren, para eso utiliza tracks de trap y graffitis de neón animados que acentúan los derrapes, turbos y todas las acciones más importantes. Si bien la mezcla entre el realismo de la ciudad y este tipo de arte animado puede generar dudas, en realidad combinan tan bien que forman un nuevo sello de identidad.
En cuanto a la propuesta jugable en sí, no hay demasiadas novedades. Sigue de cerca la fórmula de la saga y mezcla ingredientes de sus mejores entregas de antaño. La ciudad está llena de actividades casuales a realizar, picadas, eventos de derrapes, graffitis que encontrar y cientos de objetos (carteles y osos) para romper. Además tendremos eventos de competición limitados por el ciclo de día/noche, algunos con un precio de entrada en metálico, que son siempre el plato fuerte.
La propuesta gira alrededor del dinero y del ciclo de día y noche. Cualquier actividad que completemos nos dará unos dólares, pero para poder disponer del mismo tendremos que regresar a alguna de las guaridas que hayamos desbloqueado, si es que podemos escapar de la policía. Participar de un evento de competición conlleva el riesgo de llamar la atención de la policía y al finalizarlo habrá una persecución. Si nos capturan podemos perder lo recaudado y, aunque parezca mentira, resulta un condimento que suma al vértigo de la experiencia en general.
El prólogo se hace largo, la historia es simple pero efectiva y, luego de la clásica “Traición NFS”, se nos libera la posibilidad de personalizar los autos. Los cambios pueden ser tanto estéticos como de rendimiento y están pensados para adecuarse a todo tipo de audiencia. Así, quienes gusten del diseño podrán crear sus propias capas en cada parte del coche, mientras que el resto aplica diseños prearmados o directamente corre con un simple cambio de pintura de vez en cuando.
Lo mismo aplica para el rendimiento del vehículo. Podemos comprar diferentes partes y personalizarlas, adaptando el coche para doblar con drifteo, grip o un punto intermedio. Las opciones son variadas y, si bien no se mete en el terreno de la simulación, tampoco ofrece una experiencia estrictamente arcade. Aquellos que no quieran tocar demasiado las configuraciones también tienen opciones claras pensadas para aplicar y correr. En fin, hay opciones para todos los gustos sin alcanzar extremos de ningún tipo.
Lo más interesante de Need for Speed Unbound es su loop de gameplay. Vamos a salir de día o de noche a recorrer la ciudad, con eventos fijos según el calendario y actividades secundarias para realizar en cualquier momento. Si bien el sistema de día y noche puede parecer una simplificación de los ciclos de día y noche de otros títulos, en realidad funciona muy bien en sintonía con las persecuciones policiales. La relación entre riesgo, recompensa y velocidad está balanceada en pos de una experiencia frenética y divertida.
La diversión puede mermar cuando nos encontramos con los viejos trucos de siempre. Parece que Criterion no puede dar la vuelta a la hoja del rubberbanding y, como si todavía estuviéramos en 2012, vuelve a recurrir a esta nefasta forma de agregar dificultad. Las características de cada vehículo, junto a sus modificaciones, determinan la clasificación de los autos y a su vez la posibilidad de participar de ciertos eventos. La potencia del motor es uno de los puntos clave y, por lo general, define los tres primeros puestos.
La idea general es que llevemos a nuestro vehículo al extremo de una categoría sin llegar a pasar a la próxima, así en teoría deberíamos asegurarnos la chance de alcanzar el podio. Siguiendo esta premisa, los coches que apenas alcanzan los requerimientos de categoría siempre quedan en los últimos puestos pero van ganando dinero de a poco para finalmente estar a la altura de la competición. A la hora de correr esto se cumple: a los primeros sólo los veremos de cerca cuando nuestro vehículo esté dentro del mismo rango de potencia.
Sin embargo, el rubberbanding dice presente y, lamentablemente, cada vez que estemos liderando el evento los últimos puestos nos alcanzarán mágicamente. Como si estuvieran atados a nuestro paragolpes con una bandita elástica, y sin importar el rango de potencia que el mismo juego declara, los oponentes más débiles alcanzarán el podio sin miramientos. Lo mismo sucede con el tráfico vehicular que, al menos en teoría, debería ser aleatorio y aún así aparece justito en las últimas curvas sólo cuando estamos a segundos de alcanzar la gloria.
Como ya sabemos esto se resuelve con fuerza bruta, es decir, ganando plata y comprando las mejores partes. Preparando autos para cada estilo de evento y evitando mirar demasiado los stats de los oponentes. No es algo que arruine la experiencia de Need for Speed Unbound, pero sí un elemento que atrasa y resulta un lastre pesado de arrastrar. Por supuesto, esto aplica cuando estamos jugando la campaña y compitiendo contra la IA, porque en el modo multijugador la competencia es bien directa y súper afilada.
A diferencia de títulos anteriores, incluso en comparación a otros del mismo género, NFS Unbound tiene la experiencia multijugador completamente separada de la campaña. El mapa, los autos y la gran mayoría de los elementos o desafíos del mapa son iguales, pero la ciudad está poblada de otros jugadores. Si bien la progresión también está separada, hay ciertos ítems que podemos desbloquear en el modo historia y utilizar en el multi. En una primera impresión me pareció innecesario que sea un modo aparte, pero al ver la diferencia entre competir contra la IA y otros jugadores entendí completamente la necesidad de separar las dos progresiones.
Need for Speed Unbound es un juego hermoso desde donde se lo mire. Los modelos de los autos son detallados, las opciones de personalización mantienen una coherencia estética con el resto de la propuesta y los nuevos efectos acentúan la belleza realista de la ciudad. La conducción está en ese punto medio delicioso que siempre caracterizó a la saga, con las opciones justas como para adaptarnos a cada evento sin marearse entre cientos de menúes ni pretender ser un simulador.
En general, salvando los viejos trucos de dificultad artificial en el modo campaña, Need for Speed Unbound tiene los dotes de un buen juego de carreras. Criterion capturó la esencia de los mejores NFS de la saga y logró aplicarla a un título que se ve, se oye y se siente a la altura de los tiempos que corren. Falta creatividad en las actividades secundarias, que pronto se vuelven reiterativas, y necesitan reevaluar el uso de recursos vetustos para añadir dificultad. Pero a pesar de todo, y si bien aún queda un gran camino por recorrer, Unbound pone a la saga una vez más en el camino correcto.
Fuente: https://malditosnerds.com
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